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Editorial.- Golpe al medio ambiente

Estados Unidos produce poco más del 13 por ciento de la contaminación mundial, sin embargo existe un sector de su población, entre ellos su presidente Donald Trump, que niegan el cambio climático.

En ese sentido, este mandatario retiró a la Unión Americana del Acuerdo de París, establecido para tomar una serie de medidas para reducir la contaminación del planeta y en consecuencia reducir los efectos del cambio climático.

Al realizar el anuncio Trump expresó: “Como alguien que tiene un profundo respeto por el medio ambiente, no puedo apoyar un acuerdo que castigue a los trabajadores de EU. Para cumplir mi solemne deber de proteger a EU y sus ciudadanos, el país se retirará del acuerdo climático de París».

También dijo que el acuerdo es demasiado costoso para los estadounidenses, injusto para su país, “dejando a los trabajadores y los contribuyentes desamparados y disminuyendo la producción económica de nuestro país».

Y aunque señala que trabajará por “un mejor acuerdo”, resulta un gran golpe para el medio ambiente y más si tomamos en cuenta que Estados Unidos es un país referencia, por tanto otros países pueden seguir el mismo camino, anteponer los intereses económicos y permitir el avance de industrias contaminantes, la sobreexplotación de recursos naturales renovables y no renovables, la destrucción de áreas verdes, entre otras acciones deplorables para el medio ambiente, para la vida del planeta.

El Acuerdo de París fue pactado por 195 países en diciembre de 2015, con el propósito de caminar a hacia mundo sostenible, mediante cambios drásticos en la economía global.

Actualmente las emisiones de gases de efecto invernadero son muy altas, por lo que muchos expertos dudan que se logren algunas metas de este pacto, como el de contener el aumento de la temperatura.

Para llegar a las metas de este acuerdo, los expertos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) estiman que es necesario reducir las emisiones entre 40% y 70% entre 2010 y 2050 para permanecer por debajo de los 2°C.

Estados Unidos, ante de Trump, se había comprometido a reducir sus emisiones entre un 26% y un 28% de aquí a 2025, respecto a los niveles de 2005.

Aunque este acuerdo no especifica metas obligatorias a cada país, y cada nación se marca sus propios objetivos para reducir emisiones para 2025 o 2030, el propósito de todos es que la temperatura no aumente +3ºC, pues sería muy peligroso, y menos dirigirnos a un cataclismo con +4/5ºC.

Por ello se habla de un balance para 2018, principalmente a solicitud de organizaciones independientes; aunque la primera revisión obligatoria está prevista para 2025, lo cual suena muy lejano y podría afectar la meta de no aumentar la temperatura de la tierra.

Además los países también deben comunicar para 2020 su estrategia de desarrollo para la emisión de baja cantidad de dióxido de carbono para 2050, lo cual también suena muy lejano, cuando es algo que ya se debería de estar haciendo.

 

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