Una vez vacunado un buen porcentaje de la población contra el Covid-19, algunos países han estado optando por el regreso de los distintos niveles educativos a las clases presenciales. Al respecto la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), organismo especializado del Sistema de las Naciones Unidas (ONU) ha estado recomendando esta situación sabedora de que las y los niños, así como los adolescentes y adultos pueden sufrir consecuencias psicológicas por la prolongación de la cuarentena a raíz del surgimiento de la pandemia mundial.
En el caso de los Estados Unidos Mexicanos, varios gobernantes toman sus medidas para que el alumnado siga resguardándose en sus casas-habitación en tanto haya una vacuna apropiada para atender a la población estudiantil de preescolar, primaria, secundaria y preparatoria.
Aunque el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador asegura que mencionada población no tiene riesgos de salud llevando a cabo las medidas sanitarias ampliamente difundidas, aunque si aclara que no es una obligación acatar la disposición del gobierno federal a través de la Secretaría de Educación Pública, pues su gobierno no es dictatorial.
El regreso o no a las clases presenciales es un tema digno de analizar de manera concienzuda, ya que se trata de la salud de miles de seres humanos; en las escuelas los contagios se dan de manera rápida en masa, ejemplo: la varicela y las gripes normales llamadas estacionales o los piojos en el cuero cabelludo. Al respecto y volviendo a la pandemia, en el vecino país del norte luego de dos semanas de clases presenciales, se dio marcha atrás por algunos contagios registrados.
Tal vez sea encomiable un regreso seguro si las aulas de los planteles educativos son sanitizados a conciencia, si hay agua suficiente con jabón y gel antibacterial; si los padres de familia envían a sus hijos con mascarilla, cubrebocas, su propio gel; si se gurda la sana distancia y, sobre todo, si no hay muchos alumnos en las aulas.
Pero en el caso de nuestra perla mexicana, lo anterior es un serio problema si tomamos en cuenta de que los amigos de lo ajeno se dedicaron durante la cuarentena de año y medio a saquear escuelas, llevándose el mobiliario, las computadoras, los cables y focos de la luz, hasta los retretes, lavabos de los baños, tan indispensables para el lavado de manos. Esta es otra pandemia que obstruye un regreso seguro a las clases presenciales.
Hay que esperar la vacuna para la población estudiantil, para que todos tengamos confianza de que el virus y sus variantes no dañarán la salud; hay que esperar el tratamiento farmacológico si es que resulta un contagio a pesar de haber recibido la vacuna; hay que rehabilitar las aulas de las escuelas que fueron saqueadas. Ni hablar, la cuarentena tiene que seguir.