Quienes se sienten de izquierda, de centro o de derecha, se han olvidado de la ética política que les permitiría lograr el prestigio no solo de los votantes sino de la ciudadanía en general. El poder los domina y actúan solo con la cabeza, no la nexan con el corazón para llevar a cabo planes y programas; proyectos que beneficien a los distintos colectivos. Se ahondan en el egoísmo personal o de grupo.
Lo anterior lo hemos visto en vísperas de elecciones, en jornadas ciudadanas para elegir Diputados Locales o Federales, Senadores, Gobernadores o Presidentes de la República. Los ataques, las descalificaciones y las difamaciones saltan a la vista sin llegar a las denuncias penales serias, se aprovechan porque lo político rebasa lo legal, esa es la máxima en nuestra querida nación.
Mencionados personajes de bajo astral llegan al grado de acaparar las despensas, que serían destinadas para distribuir a la población de escasos recursos económicos, para entregárselas primero a los parientes más cercanos, luego a los esquiroles o incondicionales.
Lo anterior es lamentable. Da pena que en otros sectores de la sociedad, como el obrero, el campesino o en los grupos étnicos, la ética tenga más valor. En estos ámbitos la palabra vale más que la firma, defienden su forma de ser ante todas las adversidades. Y eso es encomiable.
Leave feedback about this