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Editorial.- Contrastes en materia de seguridad

Por recomendación de especialistas del gobierno de la República, se concentró a las personas sentenciados en la entidad por delito de secuestro en dos penales del Estado de México.

Mil 168 varones fueron trasladados al penal de Tepachico, Otumba, mientras que 184 mujeres al de Santiaguito, en Almoloya de Juárez, todos ellos repartidos en 19 ceresos de la entidad.

El gobierno estatal, a través de un fuerte operativo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y a la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, en el que participaron 3 mil elementos, realizaron la acción de concentrar a los hombres en menos de 24 horas.

Es así que la entidad se convierte en la segunda, después de Chihuahua en realizar esta medida.

Los Ceresos en donde fueron internados cuentan con mayores controles y vigilancia; en el caso de Otumba reúne las mayores características de seguridad para prevenir la incidencia de este ilícito desde los penales.

Esta medida, para el gobernador Eruviel Ávila Villegas, es una muestra de que se está fortaleciendo la seguridad y los operativos; sin embargo hay sitios del Estado de México donde no se reflejan estos avances y son vulnerables programas como “Mochila Segura”.

El pasado seis de mayo, Édgar Yoevani, de 5 años, vulneró dicho operativo, e introdujo una pistola a la escuela Secundaria 574 “Gustavo Baz Prada”, ubicada en el municipio de Atizapán, con la que asesinó a uno de sus compañeros, el menor Ricardo Alvarado Ordóñez.

En el interrogatorio, el estudiante detenido declaró que escondió el arma en la manga de suéter.

Según el abuelo de la víctima, quien estuvo presente en la primera declaración de Édgar, refiere que el muchacho contó que las patrullas llegaban con sus libretas, la directora la firmaba y los policías se iban, así que no había revisiones.

Ricardo Alvarado Ordóñez tenía 13 años de edad y desde 2012, cuando tuvo un altercado con Édgar Yoevani, este lo comenzó a amenazar de muerte.

En su declaración, el menor agresor indicó que  “no había día que no lo encontrara y le decía: ‘yo te voy a matar’; hasta que sucedió”, cuenta el abuelo de Ricardo.

Tras el hecho, Edgar fue trasladado a la Escuela de Reintegración Social para Adolescentes en Zinacantepec, cerca de Toluca, la semana pasada se le dictó una sentencia de ocho años de prisión.

 

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