Si el presidente Andrés Manuel López Obrador escuchara pronunciamientos que le hace el sector empresarial y adoptara medidas como en otros países a raíz de la pandemia del Covid-19 para apuntalar a las micro, pequeñas y medianas empresas para enfrentar esta crisis y retomar el camino a la normalidad tras semanas inactivas, las cosas podrían cambiar.
Debe el Gobierno Federal reconocer que la pequeña empresa es el motor fundamental de la economía del país ya que representan el 99.8 por ciento de las unidades económicas del país y representan el 52 por ciento del Producto Interno Bruto, el creador de al menos el 70 por ciento de empleos.
Para que se puedan ver resultados es necesario que el gobierno reduzca las cargas en el cumplimiento de las obligaciones tributarias y dé plazos como en Corea del Sur que dio 9 meses para presentar la declaración de impuestos y un año para el pago de impuestos locales, o como en India donde se difirió el pago de impuestos, sin penalización ni recargos.
Se podría dar también el diferimiento de tres meses del pago de Impuesto al Valor Agregado como en Chile, Chipre y Perú; la exención del pago por este concepto para pequeñas empresas, dentro de un umbral de facturación determinado como en Corea del Sur; el diferimiento de pagos de impuestos sobre la renta como en Brasil, Perú o Marruecos, de tres a seis meses de plazo; o el aplazamiento de todos los impuestos y contribuciones del pago de seguridad social como en Kazajstán.
Si tan solo el gobierno y su Presidente tuvieran un poco de conocimiento e interés las cosas podrían cambiar, pero mientras sigan en su necedad de no ver, no oír y no hablar y seguir con lo ya dicho de que tienen que pagar impuestos y que la crisis no les afecta en su economía cuando han cerrado fábricas y empresas grandes y pequeñas el país va en picada a un fracaso nacional.
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