No sé que asusta más, un político que dice en voz alta su sentir, aunque absolutamente estemos en desacuerdo, o políticos que hablan en voz baja y que terminan siendo exhibidos en actos, que a mi parecer los hace cómplices de los criminales.
Y es que antes de entrar a fondo de lo que realmente quiero hablar, los matrimonios igualitarios, primero recordaré el caso de los senadores del PRD, quienes al discutir el tema de la trata de personas, hicieron referencia de que eran usuarios.
—Y vamos a hablar de trata, como usuarios —dijo uno de los senadores—.
—Sí, como usuarios —le respondió otro y comenzó a reír—.
—Ah, chingá. Yo tengo derechos también, pero no como víctima —dijo el otro y soltó una carcajada—.
Después salieron a pedir disculpas y dijeron que se trataba de una broma. Vaya a saber si es cierto, pero lo que dejan ver es su calidad de políticos, no muy alejada a la de Donald Trump.
Y esa misma comparación la hago con los 19 diputados que votaron en contra de la iniciativa de matrimonios igualitarios enviada por el presidente Enrique Peña Nieto.
Ya en este medio habíamos anticipado que quizá eso sucedería, pues una cosa era lo que pensaba el presidente de la República y otra muy diferente a lo que pensaran los legisladores acerca de los derechos de los homosexuales.
Y es que en un país aún tan conservador como México, los matrimonios gays podrían afectar los intereses de algunos partidos políticos, más cuando se avecinan dos importantes elecciones, la de gobernador en el Estado de México y la de la presidencia de la República.
La propuesta se discutió en la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, con 19 votos en contra; del PAN, era de esperarse, del PES y Panal, creo que responden a intereses de otros partidos, pero lo que me genera ciertos males pensamientos es que el PRI y el Verde hayan votado en contra, cuando son los primeros en aplaudir todo lo que hace Peña Nieto y aprueban todas sus iniciativas.
Sólo dos diputados del PRI votaron a favor la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, y el ex alcalde de Zacatecas, Benjamín Medrano, quien se declaró abiertamente homosexual.
Acaso con tanto descalabro, el gobierno de la República quería lanzar una propuesta que le generará cierta popularidad con grupos que generalmente lo cuestionan, pero, ahora, que no fue aprobada en la Cámara de Diputados no es su responsabilidad y se lava las manos.
El dictamen planteaba modificar el artículo 4 de la Constitución, con el objetivo de reconocer el matrimonio civil igualitario y buscaba adecuar distintos ordenamientos en materia civil y/o familiar para permitir el acceso a todas las personas, y en condiciones tales que se impida cualquier tipo de discriminación en términos del párrafo quinto del artículo 1 de la Carta Magna.
Benjamín Medrano dijo: “Votaré a favor de este dictamen porque va a favor de mi dignidad como ser humano, como homosexual y como diputado federal, porque hoy tengo la posibilidad de hacer lo que no hice como presidente municipal —que no estuvo en mis manos—, la comunidad gay-lésbico me reclamó en alguna ocasión por qué no había hecho nada”.
Ivonne Ortega aseguró que en México no puede haber mexicanos de primera y de segunda sino iguales ante la ley, y por eso votaría a favor del dictamen.
“Es verdad que el derecho de los mexicanos de unirse ante la ley con independencia de sus ideologías o preferencias sexuales está sustentado en la igualdad protegida por la Constitución, pero también es cierto que para ejercer ese derecho es necesario recorrer un camino tortuoso y en muchos casos (necesitan) ampararse. Tienen que superar obstáculos que lo convierten, para efectos prácticos, en un derecho vedado”.
Y los demás qué son homófonos, practican la doble moral, piensan como Trump que el matrimonio es exclusivo entre un hombre o una mujer, o cómo justifican su decisión.