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Articulo.- La Revolución Mexicana no ha fracasado: Carlos Hernández

Los militantes del Partido Popular Socialista conmemoraron el 118 aniversario del natalicio de Vicente Lombardo Toledano  

“La Revolución Mexicana en cuanto programa de reivindicación del pueblo mexicano, no ha fracasado porque las metas y los ideales siguen incumplidos”, manifestó Jesús Antonio Carlos Hernández, secretario general del Partido Popular Socialista (PPS), durante la conmemoración del 118 aniversario del natalicio de Vicente Lombardo Toledano.

Ante cientos de militantes y simpatizantes reunidos en la rotonda de los hombres ilustres, en el Distrito Federal, el líder nacional del PPS resaltó: “Vicente Lombardo Toledano es de las personas que nacieron para trascender porque su obra, su pensamiento y su acción va más allá de los logros que otros seres humanos hayan cincelado; hay un hecho histórico que da origen, porque es el deslinde verdadero de los siglos XIX y XX, al México que conocemos: La Revolución Mexicana.

Fue éste el proceso de la Historia de nuestra patria que más interesó al maestro Lombardo, no por sus afanes de historiador, que nunca tuvo a pesar de que sabía más de esa ciencia social que muchos historiadores, como con honestidad intelectual expresara el gran historiador y escritor norteamericano James Wilkie, sino porque ese fenómeno social fue estudiado, comprendido, orientado y llevado a victorias trascendentes gracias a la visión que desde la óptica del marxismo le imprimió Lombardo Toledano”, repuso.

Recordó que el fundador del Partido Popular Socialista al salir de la universidad rechazó la invitación a incorporarse como abogado de las empresas y a ser parte del gobierno, “pero en cambio con gallardía se incorporó a las filas de la lucha de la clase obrera, acometía una tarea histórica de primera magnitud: formar parte de la vanguardia que iba a dirigir a la clase trabajadora en su lucha para orientar al proceso de la Revolución Mexicana para alcanzar los propósitos que le dieron origen, porque Lombardo fue muy claro: esa Revolución no se hizo para contentar a todos.

Fue un movimiento unilateral que se hizo para beneficiar a los trabajadores campesinos y obreros; a quienes producen la riqueza”.

Jesús Antonio Carlos Hernández, repuso: “el maestro Lombardo decía en ´La perspectiva de México, una democracia del pueblo´, que el poder público debe ser ´servidor del pueblo y escudo invulnerable de la nación mexicana´”, y que si bien hay sectores contrarrevolucionarios asociados al imperialismo que afirman que la Revolución Mexicana ha terminado, “´para las clases populares, para las fuerzas sanas de la nación, la Revolución no ha terminado y tiene que seguir adelante…´”. Que “´es necesario y urgente poner otra vez en marcha la Revolución Mexicana´”.

Esto quiere decir, abundó, que la Revolución Mexicana en cuanto programa de reivindicación del pueblo mexicano, no ha fracasado porque las metas y los ideales siguen incumplidos. “El neoliberalismo ha impedido que se salde la deuda con los pueblos indígenas. No se han cumplido las metas de bienestar para los campesinos y los obreros.

La juventud ha sido abandonada por los gobiernos neoliberales priístas y panistas desde 1985. Se han abandonado los programas de la educación popular, científica, nacionalista y democrática para imponer absurdas ideas neoliberales que convierten a los niños en seres incompetentes, contario a lo que rezan sus proclamas demagógicos. No crece la economía ni la producción”.

Y prosiguió: “Compramos más, mucho más de lo que vendemos. Nos han convertido en el patio trasero de los Estados Unidos; y la política internacional, antes admirable, vigorosa y de principios ahora es una calca, una corcholata a modo de los intereses yanquis. No. La revolución no ha fracasado. La que ha fracasado, repitamos con Lombardo Toledano, “´es la burguesía parasitaria que ha gobernado al país en la última época´”.

Hoy, al contrario, dijo, de lo que hicieron gobiernos que consensaron con los trabajadores y patrones la Ley Federal del Trabajo más avanzada de nuestra Historia, que entregaron tierra y crédito a los campesinos, que nacionalizaron o expropiaron renglones vitales de los energéticos y de la economía nacional, que impulsaron la educación popular y la industrialización y la revolución científica y técnica, que impulsaron las pensiones y el bienestar, nos encontramos ahora con propuestas totalmente opuestas como las siguientes: reforma laboral para limitar los derechos laborales; asociar a los grandes inversionistas con ejidatarios para arrebatarles su tierra; entregar PEMEX y la CFE a los particulares aunque eufemísticamente dicen que se requiere modernizarlas; una educación pública inútil, premeditadamente abandonada para promover la educación privada; y al compás de las torpezas y arbitrariedades neoliberales, anuncian ya la limitación de las pensiones y jubilaciones.

En esta línea de pensamiento y considerando que hasta hoy el acontecimiento político más importante de la política del año 2000 para acá, el líder de los socialistas, subrayó que el primero de julio, los mexicanos puso en su lugar a la derecha, representada por el panismo que durante dos periodos presidenciales no hizo nada por sacar adelante al país, razón por la cual el gobierno panista haya sido relegado hasta el tercer lugar de la votación.

Con relación al triunfo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), enfatizó es facultad del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quien tiene la resolución de declarar válida o invalida la elección presidencial, ante la presentación de recursos de queja de parte de la izquierda mexicana. Y que “el candidato presidencial que presuntamente está logrando el mayor número de votos no tiene en su favor la mayoría absoluta. Huelga anotar que ésta se integra con la mitad más uno de los votos emitidos.

En tanto que a Enrique Peña Nieto sólo se le reconoce hasta hoy el 38% de los votos: ni siquiera el 50% de los mismos. Dicho de otro modo, 62 de cada 100 electores votaron en su contra. Más aún, sólo acudieron a votar 63% de los ciudadanos con derecho y de éstos sólo votaron en su favor 38%, lo que equivale al magro 20% de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral”.

Destaca que el programa de gobierno de Peña Nieto es de contenido neoliberal y neocolonialista, sometido a los dictados del capital extranjero oculto durante la campaña al pueblo de México, donde destaca la ampliación del llamado Tratado “Libre” Comercio (TLCAN), lo que equivaldría a una sumisión mayor de México a la economía y a las políticas de los Estados Unidos; la privatización de PEMEX y del sector energético nacional, a la que eufemísticamente denomina “apertura a la inversión privada nacional y extranjera en PEMEX” para así y sólo así -dice- lograr la “modernización” de la empresa más importante del país; la “reforma laboral” que en su convicción neoliberal consiste en eliminar o reducir los derechos laborales de los trabajadores, conquistados en largas luchas históricas, como la contratación colectiva, la autonomía y unidad de los sindicatos obreros, la huelga, las pensiones, jubilaciones, riesgos profesionales, jornada máxima, seguridad en el empleo, capacitación y seguridad social como la recreación, el deporte y la cultura; y la “reforma hacendaria” que para él consiste esencialmente en aumentar el IVA y ampliarlo a los alimentos, los libros y las medicinas.

Por lo que, “para aplicar tales medidas se necesita mutilar y contra reformar la Constitución, que a su vez requiere, de inicio, el consenso de las dos terceras partes del Congreso de la Unión, que de conformidad con el mandato del pueblo expresado el 1 de julio de 2012 no será dominado en tal mayoría calificada por los partidos que en su momento lo postularon, ni aun sumados los que hoy, oportunistamente apoyan su candidatura.

Más adelante criticó la intromisión de Estados Unidos de Norteamérica, quien nombró a un militar estadounidense para asesorar al próximo presidente mexicano en materia de seguridad.

Por igual, precisó que los casi 16 millones de votos depositados por el pueblo consciente en las urnas a favor de Andrés Manuel López Obrador no es poca cosa. Es una fuerza política popular insoslayable -denominada por algunos “capital” político- que en la balanza nacional tiene un formidable peso específico. Esto significa que no se puede atropellar esa cifra. No se puede hacer lo que se quiera. Pero se sobreentiende que esa fuerza hay que ponerla al servicio de los intereses de la nación y del pueblo.

Mencionó que es necesario traducir estos 16 millones de votos en la defensa de PEMEX y de la permanencia de los energéticos en poder del Estado para que nunca pasen a manos privadas. Que también es menester apoyarse en estos 16 millones de votos para que se preserven los derechos laborales contenidos en el Artículo 123 Constitucional y en las leyes reglamentarias que de él emanan; que garanticen que la muy necesaria reforma hacendaria se realice dentro de los extremos señalados en la propia Constitución Política de México, “es decir, justa y democrática.

Como lo establece nuestro Código Máximo, puntualmente en el artículo 31 al decir en su parte relativa que los impuestos se habrán de pagar de manera proporcional y equitativa”. No sólo se trata de cumplir con el mandato constitucional en este punto, lo que de por si no es cosa menor, sino de elemental justicia distributiva y hasta de sentido común: que pague más quien más gane. Cabe mencionar que los 74 mil millones de pesos incobrados o incobrables de impuestos a personas físicas y morales que han evadido el pago de los mismos, según lo ha detectado el Senado de la Republica y la Auditoria Superior de la Federación, constituyen otro botón de muestra del sentido político con el que se ha gobernado en estos aciagos años en severo daño a la República. Contra eso votaron los mexicanos.

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