“La xenofobia es el miedo, rechazo u odio al extranjero. Con manifestaciones que van desde el rechazo más o menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y asesinatos. Una de las formas más comunes de xenofobia es la que se ejerce en función de la raza, por ejemplo «el racismo”, esta es la definición que ofrece la página web de Wikipedia.
Inicio así esta columna por la reciente visita de Donald Trump a México, para reunirse con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, quien invitó al candidato a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano.
Esta misma invitación se realizó a Hilary Clinton, la candidata del Partido Demócrata, quien no ha indicado si vendrá o no, pero sí salió a decir que la visita de Trump no borrará un año de insultos contra los mexicanos.
Y por cierto, la visita de Trump fue muy desafortunada y opacó más la imagen de Peña Nieto, pues, por un lado, los mexicanos no aprobamos esta visita ni este encuentro por los mensajes xenofóbicos que ha propinado el candidato estadounidenses contra los mexicanos, específicamente, contra los que viven de manera ilegal en la Unión Americana.
Se podría pensar, que el gobierno mexicano pecó de inocente y jamás pensó que Trump vendría a México y, menos tras dos días de haber lanzando la invitación; jamás pensaron que el Donald sería muy colmilludo y la aceptaría para sacar provecho a favor de su campaña.
Que Peña Nieto estaba pensando en mantener relaciones diplomáticas y construir un diálogo por si Trump llega a ser presidente de Estados Unidos; lo cierto es que el presidente mexicano se vio débil, incapaz de protestar por los comentarios racistas de Trump y por el muro que pretende construir a nuestras costillas.
En el encuentro privado, al parecer, no se negocio una política migratoria, entonces a qué vino Trump que sea de provecho para México. Lo ideal, lo que se esperaría de nuestro gobierno, es que se detenga al que apunta será un tirano para nuestra nación, si es que gana las elecciones en el país vecino.
Sí tirano. Y es que tras reunirse con Peña Nieto, Trump viajó a Arizona, uno de los estados más racistas de la Unión Americana, en donde afirmó que el muro se construirá en la frontera con México y que los mexicanos lo vamos a pagar, aunque aún no sepamos como.
Este comentario, sin duda, motiva más el odio en contra de los migrantes, motiva a que la gente de Arizona salga de cacería.
Y qué salió a decir el presidente de la República al respecto, que no pagaremos el muro y, lógico, no lo pagaremos firmándoles un cheque, pero no hay que pecar de ingenuos, nos lo cobrarán –si gana Trump- endurenciendo las políticas arancelarias, aumentando el cobro por la visa para entrar a Estados Unidos, cancelando programas educativos, como teme el gobernador Eruviel Ávila Villegas, deportando a los indocumentados mexicanos, etcétera, así pagaremos su muro.
Y todo esto golpeará a nuestra económica y quizá el gobierno obligue al gobierno mexicano a doblar las manos, pues como reza el dicho popular: “Tan lejos de Dios, tan cerquita de United States”.