Editorial

Editorial.- ¿El maíz mexicano, patrimonio de la humanidad?

Hasta que a una organización se le ocurrió dar la lucha internacional para lograr el respeto a un alimento cien por ciento mexicano: al maíz, que fue una clara herencia de nuestros antepasados, de las culturas originarias que al dejar de ser nómadas y volverse sedentarias se las ingeniaron para producir un grano alimenticio, con altos nutrientes y vitaminas.

Así, la Unió de Productores de Maíz de la Zona Norte del Estado de México se ha lanzado a dicha aventura, comenzando a plantear en la LVIII legislatura local, que haya un pronunciamiento para que se declare al maíz patrimonio de la humanidad; movimiento que sin lugar a dudas crecerá en el país y habrá de trascender en el concierto internacional. Así empezaron muchos sueños y se fueron cristalizando.

Llama la atención ese nuevo movimiento, pues a través de los años, entre el proletariado más abandonado, ha sido el campesino, que aun, cuando ha participado en luchas armadas, nunca ha alcanzado la verdadera justicia, ya que si bien en 1910 luchó con el lema zapatista: “Tierra y Libertad para Quienes la Trabajan”, logró algunas tierras, la mayoría en zonas sin agua, por lo que le fue muy difícil dedicarse a cultivar los productos del campo; si a esto le agregamos la falta de dinero y el nulo apoyo para accesar a tecnología e insumos, el asunto se tornaba más cruel.

En ese sentido, el gran error de quienes encabezaron la Revolución de 1910 que culminó con la promulgación de la Constitución de 1917, fue haber distribuido las tierras de los hacendados; hay intelectuales que proponían respetar las haciendas para convertirlas en unidades de producción, y no se hizo, porque los burgueses y los pequeño burgueses se quedaran, como siempre, con las grandes tajadas.

De manera incipiente, sin saber nada de filosofía socialista, al centauro del norte, Francisco Villa (Doroteo Arango) una vez terminada la guerra civil aceptó como regalo una hacienda, la cual la organizó como unidad de producción. Y le dio excelentes resultados. En la hacienda comunitaria todos producían para todos, siempre hubo comida a la cual se accedía sin necesidad de contar con

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