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Editorial.- Las renuncias en el PRI y el PRD

El Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no perdonaron los pésimos resultados que obtuvieron en las pasadas elecciones del 5 de junio y les cobraron la factura a sus dirigencia, por lo que la semana pasada nos sorprendieron las renuncias de Manlio Fabio Beltrones y de Agustín Basave, respectivamente.

Al presentar su renuncia, el priista aseguró que este es un acto congruente y responsable, para dar pie al diálogo priista y a una dirección colegiada del partido, a fin de que tome las mejores decisiones.

Asimismo, afirmó que los resultados no eliminan al partido de la contienda por la presidencia de México en 2018, aunque sí lo dejan fuera a él del grupo de los presidenciables.

Y dijo “fue  un tropiezo electoral, pero no una derrota política”, que finalmente le costó caro.

Carolina Monroy, quien se desempeñaba como secretaria general, asumió la presidencia nacional del PRI, después que la dirigencia aclaró que la renuncia de Manlio Fabio Beltrones Rivera es ‘‘irrevocable’’.

Ahora el partido cuenta con 60 días para convocar al Consejo Político Nacional, el cual definirá el relevo; los nombres que ya se manejan es el del coordinador de los senadores, Emilio Gamboa Patrón, y el del secretario de Agricultura, José Calzada, aunque este último perdió el año pasado la elección en Querétaro.

En el caso del PRD, Agustín Basave estará al frente del partido hasta el próximo 2 de julio, así lo hizo saber al formalizar su renuncia por “razones de gobernabilidad interna”.

“En virtud de que no estoy dispuesto a afiliarme a una corriente, ni a formar parte de un bloque, y dado que en estas circunstancias la gobernabilidad es más que precaria, he decidido renunciar a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional”, expuso en su carta de dimisión.

Posteriormente, en conferencia de prensa, sostuvo que el Sol Azteca necesita una reforma a los estatutos y demás documentos básicos para fortalecer las facultades de la presidencia, acotar las corrientes internas y permitir el acercamiento a la ciudadanía que “tanta falta le hace”.

Finalmente, solicitó al presidente del Consejo Nacional, Ángel Ávila, a convocar al órgano para decidir a su sustituto.

Esta renuncia demuestra que el PRD no ha aprendido nada, que de manera permanente repite sus mismos errores, lo que le impide su fortalecimiento y ser contrapeso de los partidos de oposición.

Efectivamente los perredistas están divididos en grupos que en vez de sumar dividen al partido y prefieren aliarse al PAN, ideológicamente opuesto, para poder obtener triunfos, que finalmente les impactan de manera mínima, pues los candidatos no surgen del PRD.

El Estado de México es un claro ejemplo de este divisionismo, donde las pugnas entre los integrantes de Nueva Izquierda y de Alternativa Democrática Nacional están a la orden del día.

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