Para que nuestro Estado de México salga adelante, se requiere que los políticos actúen de manera muy seria; que hagan su papel como debe de ser, gobernando a la población con base a la atención de las necesidades de la población, comenzando por lo prioritario, y si sobra algún recurso, invertirlo en obras suntuosas.
Sin embargo, ocurre lo contrario, los malos gobernantes optan por gastarse el dinero del erario y las participaciones estatales y federales en acciones que nada tienen que ver con el colectivo ciudadano; como la realización de obras de relumbrón, el engordamiento de las nóminas, los gastos personales y superfluos.
Los gobernantes llegan incluso a la incoherencia, al decidir comprar o rentar helicópteros, gastándose sumas millonarias con el pretexto de reforzar la seguridad pública, a sabiendas de que habrá de fracasar esta estrategia, como ha ocurrido en otros lugares. El asunto es ver la forma de comprobar el gasto del dinero, ¡claro!, llevando de por medio alguna ganancia.
Para atacar a la delincuencia organizada, se requiere trabajar muy duro desde su raíz: convenciendo a los padres de familia que asuman su papel de excelentes orientadores de sus hijos, involucrando a las y los maestros para que hagan lo propio en sus espacios de acción, invitando, incluso a los ministros de los distintos cultos religiosos a poner algo de su parte cuando congreguen a sus feligreses. Y las autoridades, tienen que tacar todo tipo de acto de corrupción de sus cuerpos policiacos.
Que vergüenza que lleguen al poder seres insensibles a las necesidades de la población, que solo ven por sus personas, por sus familias y por unos cuantos incondicionales; que los políticos no tengan planes de gobierno colectivo. Por ello estamos como estamos. Por eso mucha pobreza y falta de oportunidades. Las políticas populistas y asistencialistas son simples mejorales para remediar tantos malestares.