En el Estado de México iniciaron las campañas de los candidatos a diputados locales y a presidentes municipales, sin duda, estas últimas las que causan más expectativas y revuelos, pues las autoridades municipales son las más cercanas a la población, las que atienden o no las principales necesidades de la ciudadanía.
Los candidatos tienen 33 días, de acuerdo a las nuevas leyes electorales, para convencer al electorado; claro cada candidato tiene sus votos duros, la militancia y simpatizantes que los acompañan, son los que se ponen su camiseta, los que salen muy sonrientes en la fotos, los que no cuestionan y creen ciegamente.
Pero existe otro sector, el que quiere conocer el trabajo de los candidatos, de sus planillas, quiere saber cuáles son las propuestas de largo alcance y los beneficios reales, además desea tener la certeza de no será engañado una vez más.
Esto es una tarea difícil, pues muchos mexiquenses, al igual que muchos mexicanos, ha perdido la confianza en la clase política, esto porque a lo largo de los años los gobernantes, alcaldes, diputados y cientos de servidores públicos han mentido, se enriquecen a costa del erario, cometen actos corrupción que derivan desde pequeñas a las más grandes tragedias.
Los mexiquenses quieren y se merecen políticos que lleven por buen rumbo a sus municipios, no sólo que se comprometan a pavimentar calles o mejorar el servicio de alumbrado, eso de por sí es algo que tienen que hacer por obligación y no debiera ser promesa de campaña.
Lo que si debiera ser parte de campaña es la presentación de proyectos reales para disminuir la delincuencia que asola a la entidad y la mayoría de sus municipios; proyectos para impulsar la economía y el empleo, de salud, educación, de vivienda.
Es tiempo de que se les ponga un hasta aquí a los candidatos y a los partidos que regalan tortas, tarjetas o cualquier cosa a cambio del voto. Es el momento que surja la ciudadanía consciente y capaz de exigir proyectos reales.
Los candidatos tienen 33 días y en ese tiempo esperamos conocer que ofrecen a la ciudadanía y no sólo que llenen las redes sociales y los medios de comunicación de imágenes carismáticas.
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