Cuauhtémoc/Ciudad de México
La aprobación de la Ley de Ciberseguridad en el estado de Puebla, conocida entre diversos sectores como la “Ley Censura”, ha provocado diferencias dentro del
Partido Acción Nacional (PAN), luego de que el senador Enrique Vargas del Villar lanzara críticas contra Mario Riestra, dirigente estatal del partido, por su postura
ambigua ante esta controvertida legislación.
Dicha ley, aprobada en junio de 2025, contempla sanciones de hasta tres años de prisión y multas que alcanzan los 40 mil pesos por conductas tipificadas como
“ciberasedio”, incluyendo insultos, agravios u ofensas realizadas a través de redes sociales u otras plataformas digitales; no obstante, la ambigüedad de términos
como “ofensa” o “insulto” ha encendido las alertas entre defensores de la libertad de expresión, quienes advierten que dichas disposiciones podrían utilizarse de
forma discrecional para acallar la crítica legítima, incluso hacia autoridades o figuras públicas.
En este contexto, el senador Vargas del Villar, también vicecoordinador de los senadores del PAN, exigió que Riestra fije una postura clara y de rechazo ante la
llamada Ley Censura. “No compartimos su posición. Esta ley debe ser rechazada por todos; el país no puede avanzar hacia una dictadura”, manifestó en
declaraciones a medios.
El legislador panista manifestó su inquietud por la falta de contundencia del dirigente poblano frente a un tema que, aseguró, requiere firmeza y compromiso
con los valores democráticos; agregó que no comprende las razones detrás de una actitud que ha generado malestar entre la militancia, al punto de ser vista
como una muestra de debilidad interna.
Militantes del partido lo han acusado de actuar con base en intereses personales, y de haber abandonado su papel como verdadero contrapeso político en Puebla;
incluso lo han descrito como un dirigente débil, sumiso y complaciente ante asuntos de gran impacto social.
La polémica Ley de Ciberseguridad se ha convertido en un nuevo punto de tensión dentro del PAN, evidenciando una clara división entre quienes exigen una línea
crítica y firme frente al autoritarismo, y aquellos que —según sus detractores— han optado por posiciones acomodaticias.
