*Mediante el uso de Internet, también crece la violencia en ese sentido; inclusive, en un 26 por ciento se trata de acoso sexual y pornografía
Durante la presentación de su libro “Los Adolescentes en Tiempos de Oscuridad”, en el auditorio “Ignacio Manuel Altamirano” de la sección 17 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE, Valle de Toluca su libro, la también académica de la Universidad Estatal (UAEM), subrayó lo lamentable que es en estos tiempos de modernidad, de alta tecnología y del uso del Internet, que aun se presenten casos de violencia, y lo más grave, que vayan en aumento.
Enfatizó que dicho fenómeno pudo haber sido influido por un ambiente de familia disfuncional o por violencia intrafamiliar, no obstante, enfatizó que la mayoría de los casos se trata de enseñanzas aprendidas fuera del hogar, en grupos de amigos o amigas de los hijos que siempre minimizan las enseñanzas de papá o mamá, incluso mofándose de que son “los sabelotodo”.
Añadió que una persona sobaja a otra, la hace sentir mal, dependiendo del estatus en que se encuentre, ello en el ámbito social o laboral. Y en lo referente a las escuelas, el joven o la joven que practica la agresión actúa para hacerse notar, sentir su poderío, cuando en la realidad es un síntoma de escasa tolerancia a la frustración”.
Resaltó en ese contexto que estudios realizados, revelan que los alumnos mediante el uso del Internet practican la violencia; amenazando o para extorsionar, y que en un 26 por ciento se trata de violencia de contenido sexual, es decir, de acoso sexual hacia las mujeres y de envío de pornografía.
Por cierto, la investigadora recalcó que hoy día, los adolescentes y jóvenes son muy diestros en el manejo de la computadora y del Internet; “hasta nos dan clases a los adultos; empero, lo que les falta es formación para hacer un buen uso de esos medios”.
Mencionó que si se deja crecer el problema, con el tiempo transcurrido se forman pandillas, y de estas, el crimen organizado recluta a los adolescentes más agresivos para hacer todo tipo de fechorías que dañan al tejido social.
De ahí, que invitó a las maestras y los maestros a coadyuvar en el tratamiento del bullying en las mismas escuelas; tratando caso por caso, para encontrar de manera conjunta con los padres de familia, alternativas de solución.
Ya que, abundó, con las expulsiones de alumnos o de alumnas, no se logra nada positivo, por el contrario se aviva el comportamiento incorrecto; se expone a los seres humanos a que aprendan más cosas negativas, a que las practiquen y las dominen, “e inclusive el día de mañana, un ex alumno puede resultar el asaltante del maestro que lo expulsó, por lo que se deben de tomar las medidas necesarias para evitar ese tipo de escenarios”.