Algunos califican como declaraciones fuertes y duras los posicionamientos del Papa Francisco en diferentes temáticas, sin embargo todo seguirá igual, el grupo gobernante no cambiará en nada, por más que se aparezcan en misa, su intención es meramente mediático, no variarán su actuación ante los gobernados y su entender de las leyes que les rigen.
Bien sabe el grupo en el poder, que México es el segundo país con mayor número de católicos, solo superado por Brasil, por lo que aparecer cerca del visitante les traerá dividendos políticos ante la población desbordante de fe pasajera, pero ello no implica atender algunas manifestaciones de fondo, contenidas en los discursos del Papa, de los que se resaltan las siguientes:
“La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad, se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.
…
A los dirigentes de la vida social, cultural, política les corresponde de modo especial trabajar para ofrecer a todos los ciudadanos la oportunidad de ser actores de su propio destino, en su familia y en todos los círculos donde se desarrolla la sociabilidad humana, ayudándoles a un acceso efectivo a los bienes materiales y espirituales indispensables: vivienda adecuada, trabajo digno, alimento, justicia real, seguridad efectiva, un ambiente sano y de paz.
Esto no es solo un asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras ─siempre necesarias─, sino de una urgente formación de la responsabilidad personal de cada uno, con pleno respeto del otro como corresponsable en la causa común de promover el desarrollo nacional.”.
Tomados del discurso pronunciado en Palacio Nacional el sábado trece de febrero, mensaje que al parecer fue destinado a la clase política concentrada en ese lugar; el domingo catorce en Ecatepec no bajo su intensidad al señalar:
“La riqueza adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o ‘para los míos’. Es tener el pan a base del sudor del otro o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor amargura o sufrimiento, en una familia o en una sociedad corrupta, es el pan que se le da de comer a los propios hijos”
“Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de traficantes de la muerte”.
Dijo que la riqueza, la vanidad y el orgullo son tentaciones que “buscan degradar y degradarnos”.
Palabras que quedaran para la historia, porque una vez que el Papa abandone el país, tendremos el dólar más caro, la inseguridad seguirá, la falta de garantías para acceder a la justicia continuarán, en fin, nadie de la clase política, hará caso a las manifestaciones del visitante argentino.