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Luis Zamora Calzada

FUNDAMENTOS DEL FRACASO EDUCATIVO

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El veintiséis de febrero de dos mil trece, inició el fracaso de la reforma educativa planteada en el Artículo 3º y 73 constitucionales; si, desde la misma fecha en que el poder legislativo aprobó los cambios, determinó el retroceso educativo que hoy presenta el sistema educativo nacional y por supuesto los estatales.

 

Algunos fundamentos básicos que determinaron esta ruta educativa, entre otros se encuentran los siguientes:

 

El planteamiento del cambio constitucional fue la respuesta a exigencias de la OCDE, el Banco Mundial y otros grupos de poder ─incluidos algunos locales─, no a las necesidades educativas del país, al no considerar jamás algún perfil de mexicano en los diferentes niveles educativos que se afectaban, mucho menos el transito escolar experimentado que no se ha modificado, continuando con las mismas cifras, de cada cien inscritos a primero de primaria, menos de ocho llegan a educación superior, lo que no constituye una maldición educativa, es la falta de eficiencia de un sistema instrumentado para la reprobación y el fracaso social educativo de los mexicanos.

 

La reforma a los artículos citados, fue producto de un pacto político entre las principales élites políticas y partidistas del país, haciendo a un lado a la sociedad y principalmente a los padres de familia ─a los que tienen a sus hijos en la escuela pública─, y a los maestros que laboran cotidianamente en las escuelas ─no a los integrantes de las dirigencias sindicales oficiales y al servicio del estado─,  que tienen el pulso real de lo que ocurre en materia educativa, al interactuar todos los días con los alumnos y los materiales a su disposición para intentar aprendizajes en los estudiantes.

 

No se puede omitir como un elemento del fracaso educativo, el desencuentro político entre la dirigencia del SNTE y el grupo que tomaba el poder en el país; el famoso pretexto de la rectoría del estado en educación y los acontecimientos como el encarcelamiento de la entonces lideresa, a tres años dejan claro el interés primordial de un centralismo, sin participantes en la toma de decisiones que afecten o pongan en riesgo el control de los potenciales promotores del voto en tiempos de elecciones, en que han convertido a muchos, pero muchos maestros, quienes con convenenciera complicidad, a la menor provocación abandonan sus funciones y escuelas, desde esta óptica, el asunto educativo no es importante ni para esos llamados maestros.

 

El fondo de la reforma a los artículos 3º y 73 constitucionales, se redujo a la afectación de los derechos laborales y administrativos de los docentes de educación básica y media superior, al considerar una evaluación para la permanencia, provocando los estallidos de inconformidad del profesorado de esos niveles ─los docentes de las escuelas normales están al margen de las evaluaciones programadas, lo que en cierto modo explica su estado de confort y omisión de manifestación alguna en defensa de los docentes que egresan de esas escuelas─, las ya históricas manifestaciones públicas y marchas de los docentes y de los esquemas de control con supuestos acuerdos, no con la instancia educativa, sino con la Secretaria de Gobernación federal, muestran el camino del desgaste y la pretensión gubernativa por eliminarlos del escenario, hasta llegar al encarcelamiento de algunas cabezas visibles del movimiento, como fue el caso de los cuatro maestros de Oaxaca.

La lista puede ampliarse, sin embargo lo básico queda al margen, el alumno, sus aprendizajes y educación están olvidados, la obligación constitucional respecto a que la educación que imparta el estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia, se diluyen en este escenario de conflicto, nada educativo.

 

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