Columnas

Luis Zamora Calzada

¿FELIZ? DÍA DEL MAESTRO

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Desde la aparición pública del Sindicato Unificado de Maestros y Académicos del Estado de México (SUMAEM), se ha plateado construir el perfil del maestro del siglo XXI y lograr que vuelva a ser el referente social, apreciado por sus alumnos y querido por la sociedad, con un nivel de vida que le distinga en su profesión, con cultura amplia y planteamientos pedagógicos que inspiren a ser mejor a los que le rodean.

 

El maestros ha estado siempre en la historia del país, en la guerra cristera por ejemplo, muchos fueron agredidos al considerarlos agentes al servicio del gobierno, a pesar de ello a finales de los años veinte del siglo XX el maestro logró el respeto y aprecio de los pueblos al considerarlo el formador de los niños; en la educación socialista él fue el líder comunitario, el agente de cambio social, defensor de los derechos del pueblo, de los campesinos, del proletariado, fue el responsable para organizarlos en su defensa; en los cuarentas el maestro fue el apóstol de la educación, su tarea fue equiparado a un deber religioso, centrado en tareas de enseñanza, significaron la luz de la comunidad.

 

Los episodios de desprestigio en la figura del maestro, se han dado en épocas diversas por su participación social, en la educación socialista fue ubicado como conflictivo que atentaba en contra de la religión, impulsores de una educación atea, desestabilizando el orden impuesto por la iglesia, se aseguró que provocaban la descomposición de la familia y la moral que la caracterizaba, aseguraban que era un atentado impartir clases en un mismo salón a hombres y mujeres, se construyó desde la iglesia un fuerte rechazo social.

 

En los ochentas el maestro fue ubicado nuevamente por la iglesia y los monopolios económicos como agitador y perturbador de la paz social, al realizar movilizaciones que fueron apoyados por estudiantes, sociedad y diferentes sindicatos para reivindicar su imagen, tal como ocurre ahora con las elites y los medios masivo, que realizan una campaña de desprestigio y linchamiento hacia la imagen de los docentes.

 

A pasar de todo, el maestro le hace falta a nuestro país, es factor de transformación individual, social, cultural; es necesario reconocernos para generar la gran diferencia entre el contexto actual y el que construiremos diariamente desde las escuelas; del maestro poco preparado de la escuela lancasteriana, al de la segunda década del siglo XXI, existen diferencias radicales en el perfil, hoy con motivos suficientes para no volver al apostolado, pero tampoco ubicarnos en el extremo del burocratismo impuesto, asumiendo la responsabilidad de transformar a la escuela pública desde el marco legal y de nuestro papel como trabajadores con derechos establecidos en la Ley, conocedores de que de nuestra tarea depende el futuro de México. Feliz día colegas.

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