Columnas

Luis Zamora Calzada

El conflicto de las inscripciones

El ciclo escolar 2012-2013 del llamado sexenio de la educación en nuestra entidad inició formalmente sus labores, más de cuatro millones de estudiantes regresaron a las aulas para continuar sus estudios en los diferentes niveles educativos, con la expectativa quizá de aprender para la vida y no sólo para aprobar los exámenes que impone la escuela.

Las novedades que presenta la escuela pública no son muchas, existen procesos que anualmente son repetitivos, sin transformaciones de fondo que han ocasionado serios problemas a los padres de familia, como el tema de las inscripciones a los primeros grados, con un sistema automatizado de inscripciones caduco y no funcional, que originó conflictos al asignar a una gran cantidad de alumnos de nuevo ingreso a escuelas fuera del área geográfica cercana a su domicilio o en turnos vespertinos cuando su rango de edad les permitía una ubicación en la mañana.

Un gran tumulto de padres de familia amaneció el pasado jueves en los centros de atención de inscripciones, en busca de un cambio de asignación de escuela o de turno, la sorpresa fue mayúscula cuando recibían la indicación de acudir a la página web y esperar a que la escuela solicitada indicara que había un espacio, lo que no ocurría en el correr de las horas, la desesperación fue incrementando en los angustiados familiares, sobre todo en aquellos que nunca han tenido contacto con una computadora y se dice que también los que no tuvieron para pagar la ficha de atención del funcionario encargado, que se asegura costó doscientos cincuenta pesos.

En el intento por lograr un lugar para sus hijos, les indujo acudir a las escuelas de su preferencia, la respuesta reiterada fue la misma: “no se puede, no podemos hacer nada”, dijeron algunos directores escolares; lo cual es totalmente veraz, a decir de algunos mandos medios, la indicación dada por la dependencia educativa, fue en el sentido de que el único facultado para autorizar cualquier cambio, se limitaba a la figura del director general de educación básica, inhabilitando totalmente a supervisores y directores para participar en el proceso,  generando un centralismo inoportuno, que produce inestabilidad en las familias al no acceder sus hijos a la escuela esperada.

 

 

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