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Reprobable la profanación de tumbas

Hay quien pensará que una vez muertas las personas, ya no hay porque preocuparse por sus cuerpos o por sus lápidas, por tratarse de seres desencarnados; sin embargo, es de gente bien nacida estar al pendiente porque no haya ningún tipo de profanación, en memoria de los bellos recuerdos que en vida nos dejaron nuestros parientes.

Llama que en el panteón de la atención que en San Pedro de Los Baños, una delegación del municipio de Ixtlahuaca, haya ocurrido una profanación de tumbas: 64 lápidas fueron destruidas, se dice, que por vándalos drogadictos, por lo que la población se encuentra muy molesta e indignada.

Y es que quienes se atrevieron a hacer ese tipo de fechorías, les pegaron muy adentro a los habitantes de San Pedro, pues se trata de sus ancestros, de sus tatas o de sus mamás; de sus hijos pequeños que no tuvieron la oportunidad de seguir transitando por esta tierra azul para admirar las bellezas que nos dejó el arquitecto universal para que no estuviéramos solos, aun cuando no nos lo merecemos, ya que somos entes conflictivos, nada espirituales.

Pudiéramos presumir que en países europeos o asiáticos, ese tipo de situaciones no se da, y que por ende se nos puede catalogar como seres subdesarrollados; sin embargo, no es así. Constantemente también se dan casos en esos lugares, porque los seres humanos están muy materializados, no han aprendido a amarse a sí mismos para amar y conocer a su prójimo, como lo planteó el divino maestro en el primer tiempo: Jesús de Nazareth.

Por eso nos complicamos la vida y somos presa fácil de metodologías consumistas; nos hemos convertido en víctimas de las estrategias mediatizadoras de los estrategas de la comunicación que prestan sus servicios a los empresarios de las cadenas de televisión y de la radio, quienes no solo nos atacan con comerciales para entrarle al consumismo, sino que nos venden la idea de comportamientos extraños vía telenovelas. Si a ello le aunamos el desdén de los jerarcas de las distintas iglesias que les da más luchar por las riquezas materiales o ser felices con la pederastia, la cosa se vuelve más cruel.

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