Nos referimos a Adolfo López Mateos y a Jesús Reyes Heroles, paradigmas de la democracia mexicana, cuyo ejemplo y trayectoria será ejemplo para el nuevo presidente de la República durante su administración federal, que como se ve, no será un paseo dominical. Veamos una pequeña remembranza de cada uno de esos pilares del pensamiento contemporáneo.
Adolfo López Mateos, nacido en el municipio de Atizapán e Zaragoza en 1910, fue presidente de México durante el periodo 1958 a 1964. Desde el inicio de su carrera política en el Estado de México se distinguió por su agudeza de pensamiento liberal y analítico. Cuando fue secretario del Trabajo, en la presidencia de Adolfo Ruiz Cortines, se empapó de la problemática laboral del país, lo que le ayudó a consolidar una política obrera, sin precedentes, durante su presidencia, donde destacó su iniciativa para la creación del ISSSTE, en beneficio directo de los trabajadores al servicio del Estado.
Adolfo López Mateos, que casualmente tenía la misma edad que Enrique Peña Nieto al tomar las riendas del país, logró la creación de grandes instituciones que consolidarían un México más democrático e incluyente. En el sector agrario, repartió más de 16 millones de hectáreas y organizó ejidos ganaderos en varias entidades. Creó la Ley Electoral que permitió a los partidos de oposición ostentar algunas diputaciones. En el sector educativo tuvo la gran visión de instituir el programa de Libros de Texto Gratuito para educación primaria y nacionalizó la industria eléctrica.
Por lo que se refiere a Jesús Reyes Heroles, nacido en el estado de Veracruz, su gran actividad intelectual como político, historiador, pensador, ideólogo, escritor, orador, educador y servidos público, le valieron erigirse como un hombre de avanzada en su tiempo, que se comprometió con las mejores causas nacionales para hacer de México un país más próspero en democracia electoral, que fue uno de sus principales legados.
Considerado como el creador del humanismo revolucionario, Jesús Reyes Heroles, como secretario de Gobernación, creó la Ley de Partidos Políticos y Procesos Electorales, que permitió a los partidos políticos, principalmente de izquierda, entrar a una competencia electoral en igualdad de circunstancias, con la institución de un órgano de fiscalización de los procesos electorales, que de hecho fue el antecesor del actual Instituto Federal Electoral. Con ello, México quedó a la vanguardia latinoamericana en la organización de comicios democráticos.
Pues bien, estos son los legados de dos grandes mexicanos que se convertirán en la guía ideológica de la actividad presidencial de Enrique Peña Nieto, que inevitablemente, por los tiempos de polarización que le esperan, necesitará de un referente en su práctica política, que esté a la altura de las circunstancias que enfrentará a partir de su toma de posesión en diciembre próximo y qué mejor que la obra de estos grandes mexicanos, que cimentaron las bases del México moderno que hoy gozamos.