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México no está condenado a vivir en el horror, todavía se pueden hacer cosas: Marcela Turati

Tras 12 años de investigación, la periodista Marcela Turati describe en su libro “San Fernando, la última parada. Viaje al crimen autorizado en Tamaulipas” las masacres de las cuales son objeto aquellos hombres y mujeres que quieren llegar a Estados Unidos en la búsqueda de un futuro mejor.

Los hechos se ubican en una pequeña ciudad tomada por la delincuencia organizada donde desaparecen personas  y nadie hace nada, supone la protección de las autoridades ante tales crímenes de lessa humanidad. Marcela se ha dedicado a la investigación de violaciones a los derechos humanos y a la cobertura de temas relacionados con víctimas de la violencia de la guerra contra el narcotráfico en México.

En agosto del 2010, en San Fernando, Tamaulipas, se hallaron los cuerpos de 72 migrantes, masacrados en una bodega abandonada, ocho meses después, en el año 2011, se descubrieron unas fosas clandestinas, donde el gobierno reconoció los restos de por lo menos 193 personas, las cuales, nuevamente fueron desaparecidas.

En estas 424 páginas, Turati relata, no sólo la historia de una tragedia; la primera parte aporta elementos para entender cómo opera el sistema de tortura y revictimización y en la segunda, muestra los lazos de amor y de solidaridad que se tejieron alrededor de esas muertes. Revela los círculos del horror y la desdicha, pero también de la esperanza y la alegría, cuando las familias recuperan el cuerpo del ser querido ausente o se unen en un intento de combatir a la maquinaria que desaparece personas.

Editado por Aguilar y escrito bajo el faro del periodista Javier Valdez, quien fuera asesinado el 15 de mayo de 2017, este libro busca dar continuidad a su trabajo dedicado a las víctimas a través de la pluma de otros periodistas que intentan seguir sus pasos.

En la presentación del libro, la autora enfatizó en la importancia de no acostumbrarnos a escuchar noticias sobre los asesinatos, las desapariciones y cualquier acto que atente contra los individuos, es de suma trascendencia honrar a las víctimas, exigir al gobierno, y organizarse entre todos, para que estas historias no se repitan.

No se puede permitir que existan lugares como San Fernando, que son lugares tomados por el crimen organizado y al desamparo de las autoridades, donde la población se encuentra en el desamparo, donde los crímenes son autorizados y las consecuencias de la «guerra contra el narco» cobran cientos de víctimas. Al desnudo quedan los mecanismos de la impunidad que permiten el horror que continúa hasta ahora.

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