Resultados con los que ha demostrado su bajo o nulo perfil como operador político en el municipio de Almoloya de Juárez y si en la pasada administración que presidió Blanca Estela Gómez Carmona ejerció un poder desmedido haciendo y deshaciendo tanto en el DIF -donde despachó su esposa-, como palomeando a contratistas, entre muchas otras áreas donde metió las manos, fue por la familiaridad de madre e hijo, con lo que se valió.
El “chiquillo” -como se le conoce- ha querido emprender un nuevo vuelo sin el manto protector de sus padres con un rotundo fracaso, ya que lo que se siembra se cosecha y hoy que salió a comunidades a pedir apoyo ciudadano para ganar el mayor número de Delegados y Copacis le dieron la espalda, justo como en el trienio pasado él actuó.
Aún y cuando varios quejosos nos comentaron que ni metiendo las manos en la conformación de planillas, ni distribuyendo materiales de construcción, ni repartiendo dinero para coactar la conciencia de la población, pudo adjudicarse triunfos contundentes que en el futuro repercutirán en la confrontación de ideas y proyectos con la actual administración que encabeza Vicente Estrada Iniesta.
Estos resultados deben tomarse en cuenta como un negro antecedente en sus aspiraciones rumbo a la presidencia municipal en el 2015, espalda que le darán no tan sólo los priistas de la localidad, sino la sociedad en general, cansada que la misma familia desde hace ya 13 años esté rotándose los puestos de elección popular y ahora vienen los hijos.
Su oficio como político de Jonathan Solís quedó en entre dicho, amén de la nefasta reputación que se le imputa; ya que no es lo mismo ordenar, gritar, sobajar a las personas bajo la protección de sus progenitores, que asumir un cargo donde él lleva la responsabilidad; ahora sí tiene que desquitar su sueldo y demostrar del porqué lo pusieron en ese puesto.
Su salario, ahora sí podrá írselo a gastar a los centros nocturnos, de apuestas no tan sólo del municipio de Metepec, sino a las Vegas y demás lugares donde se ha dado una vida de “rey”, despilfarrando dinero de dudosa procedencia; a qué “chiquillo”, pero que le vamos a hacer?