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Luis Zamora Calzada.

HIJO DE MIGRANTE

El teléfono sonaba insistentemente, la subdirectora no atinaba en contestar, el número que aparecía en el identificador de llamadas, no correspondía al del área.
“Bueno, bueno”, contestó finalmente la maestra.
“Bueno, hola, por favor necesitó su ayuda”, contestó una voz del otro lado de la línea telefónica.
“¿De dónde llama Usted? El número del que me habla no es de aquí, dijo la profesora.
“Mire Usted, llamo de Estados Unidos, soy papá de uno de sus alumnos, va en cuarto, necesitó información de mi hijo, hace mucho que no se de él, me costó mucho trabajo pero conseguí el número de la escuela”, contestó la voz masculina.
La maestra un tanto sorprendida le dijo: “no puedo proporcionar ninguna información de nuestros alumnos, mucho menos por teléfono, sin ninguna identificación más que su palabra, definitivamente no le voy a dar ningún dato”, sentenció.
“Maestra por favor ayúdeme, hace once años que salí de México, no he visto a mi hijo desde entonces, me dijeron que anda muy descuidado, con la ropa sucia, incluso me dicen que falta mucho a la escuela, no sea mala, va en cuarto grado,… y su abuela no quiere ir por su boleta, ya me llamó para avisarme que ella no va, que no es su hijo,…”, la voz se acompañaba por sollozos, de esos que se escuchan cuando alguien quiere llorar.
“¿Cómo se llama su hijo, deje pedir la autorización para ver si puedo dar algún tipo de información? Dijo la subdirectora.
“Jonatán Hernández, por favor maestra le suplicó su ayuda…” insistió el angustiado padre migrante.
“Llame en media hora por favor, para comunicarle si me autorizaron dar alguna información…”, nuevamente dijo la maestra.
Exactamente a la media hora sonó el teléfono de la dirección escolar, era el mismo número del extranjero.
“Hola maestra, por desatento no le pregunte con quien hablaba hace rato, discúlpeme pero me gana la angustia y la ansiedad, ¿qué información tiene de mi hijo,…” reitero el solicitante.
“Mire señor, soy la subdirectora, efectivamente su hijo está en cuarto y va muy mal, falta mucho, hoy por suerte si vino a clases, lamento mucho lo que le voy a decir, pero no va a pasar año, va a reprobar, no ha presentado sus trabajo y no tiene las ultimas calificaciones, mire de las veces que viene llega tarde, con la ropa sucia y muy viejita como usted mismo dice, está muy descuidado,…”, señala la maestra con verdadero pesar al dar la información.
“Lo sé maestra, me vine al otro lado y usted no está para saber ni yo para contar, pero la mamá se fue con otro hombre, dijo que por falta de dinero, cada mes enviaba yo mi remesa, pero no sé qué haya pasado, mi hijo se quedó con la mamá de su mamá, ella dice que no es su responsabilidad, que es mi hijo que no se va a hacer cargo de él por más tiempo…”, nuevamente decía con voz entrecortada el pobre hombre.
“Lo sentimos mucho señor, de verdad, pero el perjudicado es su hijo, es muy aislado, incluso nos dice que vendía gelatinas por las noches, por eso llagaba tarde; de las pocas veces que vino su mamá, nos decía que a veces les ganaba el sueño, por eso llegaba tarde el niño a la escuela,…”, dijo la subdirectora.
“Maestra quisiera estar con mi hijo pero no puedo, si salgo de este país ya no podré regresar, con lo poco que gano seguiré enviado dinero para que se mantenga,… mire usted, mi hermano se va hacer cargo de él, por favor entréguenle sus documentos, el año que viene va a ser mejor para mi muchacho,…” señaló el padre migrante.
La maestra totalmente conmovida le dijo al señor: “Su hijo está afuera, le voy a pedir que pase para que hable con usted,…”, sin esperar respuesta alguna llamó a Jonatán.
El niño en actitud tímida escuchó a la maestra, “…del otro lado del teléfono esta tú papá, quiere hablar contigo…” a la vez que extendía el teléfono al alumno.
Fueron menos de dos minutos, el niño al final contestó: “No te conozco, tú me dejaste…” y se soltó a llorar.
“Maestra le encargó a mi hijo, usted es maestra y sé que lo va a ayudar, por favor se lo encargo, usted es maestra, usted me entiende, usted puede, no lo deje solo, ayúdenos maestra…”, solicitó angustiado el padre del alumno.
Jonatán estará a cargo de su tío, seguirá sin conocer a su papá, su mamá lo visitaba una vez al mes, quizá ya no lo haga, el nuevo ciclo escolar le espera, la escuela también, la vida quien sabe que le depare, esté es el precio que paga un alumno de padre migrante, para desgracia de muchos estudiantes en condiciones similares.

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