Con la caída las dictaduras en América Latina, se pensaba que la democracia volvería a brillar, pero no fue así. El poder es el poder, por eso gente como Daniel Ortega Saavedra, presidente de Nicaragua pierden la razón y aprovechan las ocasiones para enriquecer de manera ilícita, llenar sus alforjas de mucho dinero y tirar migajas a sus leguleyos.
Si bien es cierto que Daniel se ganó una posición en su país por haber participado en la guerrilla en contra de Anastasio Somoza Debayle, se ha estado cobrando con creces arrasando todo lo que se encuentre a su paso, sin mirar a quien afecta, el asunto es tener mucho poder y dinero para darse una superflua vida junto con su familia.
Lo que ocasionó la ira nicaragüense fue la reforma al Seguro Social, que consideraba incrementos a las contribuciones obreras y patronales para “darle estabilidad financiera al sistema de pensiones”, por lo que surgieron luchas de toda índole, dejando a la fecha más de 70 personas muertas a manos de la fuerza pública sandinista, para colmo.
Desde los años 60’s hasta finales de los 70’s, las fuerzas del Frente Sandinista de Reconstrucción Nacional defendían al pueblo nicaragüense: Hoy agreden, golpean, echan gas lacrimógeno, balas de salva y de pólvora para defender a su Presidente dictador, sin importarles el cúmulo de heridos o muertos.
Descaradamente, Daniel Ortega dio públicamente sus condolencias a los familiares de las víctimas de su régimen, inclusive ha aceptado la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIHD), la mediación de la iglesia católica, no sin antes culpar a los Estados Unidos de Norteamérica de ser el causante de los disturbios.
Qué pena que el mundo existan seres sin corazón, como Daniel Ortega Saavedra que aspira ser como los peores dictadores que ha tenido América Latina: Antonio López de Santa Ana, Porfirio Díaz Mori, Jorge Rafael Videla, Augusto Pinochet, Anastasio Somoza García, Anastasio Somoza Debayle, etcétera.
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