Cuando no hay vocación de servicio surgen un sinúmero de pretextos de parte de los gobernantes para justificar su ineptitud. Tal es el caso de las autoridades municipales de Toluca, encabezadas por la alcaldesa Martha Hilda González Calderón, quien argumenta que no hay respuesta a las peticiones ciudadanas por la falta de presupuesto.
Es inconcebible que a ocho meses de haber iniciado el periodo municipal, se asegure que no hay presupuesto, cuando existen desde hace muchos años, recursos etiquetados de origen estatal y federal. Solo un tonto se tragaría esa aseveración; los recursos existen y hay que aplicarlos.
A menos que dentro de sus pifias al gobierno federal se le haya ocurrido retener las partidas presupuestales, que cada año son autorizadas a los estados, mismas que bajan a los municipios. Esto sería un gravísimo error con severas consecuencias políticas para el Partido Revolucionario Institucional, que recuperó el poder luego de dos sexenios panistas.
Otro error sería que las autoridades municipales retengan las partidas presupuestales, como ya se dijo, estatales y federales para atender asuntos que nada tienen que ver con el quehacer público; con las necesidades más primordiales de la población pagadora de sus impuestos (que regresan convertidos en partidas presupuestales).
Ojalá casos como el de Toluca no pululen en los demás 124 municipios mexiquenses. De estarse reteniendo los recursos públicos, traería como consecuencia el descontento de la población, la anarquía. No se vale jugar con el voto ciudadano, mucho menos defraudar la confianza depositada en los funcionarios de elección popular.
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